martes, 12 de mayo de 2009

Lluvia


Lo tenía allí,
respirándole en el cuello una conversación
de bestias.
No lo amaba, no lo amó ni tampoco lo amará,
pero quería simplemente tener algo más que
la nariz adentro suyo.
Llovía el centro,
humedeciendo nuestro centro
y con los dientes rastrillaba su boca,
en señal de desafío, en señal de poca inocencia
Y el juego de niña y mujer lo tenía completamente loco(...)

Un relámpago descose la falda del cielo,
una mano anuda toda humedad en celo.

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