jueves, 14 de mayo de 2009

Voyerismo


Y observar desde ese pequeño catalejo
cómo mordía las estrellas sigilosas de su piel,
salivando las cerezas; y estrellando su boca
como nave de luna, se mezcló con esa evaporación
de dos cuerpos que han batallado una guerra
de dolores y gemidos,
donde la sangre más dulce es
la que navega por esas venas finitas y extasiadas.
Viajan juntos, se consumen y consuman.
Él la mira, ritualidad de árbol,
Ella lo disfruta como musa rayada de noche
y se humede los dedos con vaho de fémina elocuente.

Entra en su boca
por delante y por detrás.

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