domingo, 10 de mayo de 2009

Realidad

¿En qué momento comencé a dar los primeros
bostezos de un despreciable despertar?
Se abren lentamente mis pestañas, como
una pequeña persiana de ventana playera,
que tuvo mil inviernos y veranos para meditar
acerca de la inmortalidad de las jaivas, esas que
caminan lentito, como el abrir y cerrar de estas pestañas;
las mismas que no quieren colar en su ficción el olor
a pucho que flota en esta pieza.
¿En qué momento dejé de pensar en el hoy
y desgraciadamente me empecé a degradar por el ayer,
y a obsesionarme por el mañana?

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